¿Qué es la Teoría Política?

La Teoría Política es un esfuerzo interdisciplinario cuyo centro de gravedad se encuentra en el polo de las humanidades de la Ciencia Política. Aunque sus tradiciones, enfoques y estilos pueden variar, lo que unifica a la teoría política es su compromiso con teorizar, criticar y hacer diagnósticos sobre las normas, prácticas y formas de organización de la acción política.

Quienes se dedican a la teoría política son llamados «teóricos políticos» y su objetivo es estudiar la política desde las humanidades. Por supuesto, al día de hoy existe gran desacuerdo sobre qué es lo que significa esto exactamente. El teórico político, por otra parte, suele ser escéptico respecto del enfoque hegemónico de las ciencias sociales, aquel que tiene pretensiones exclusivamente científicas.

En las últimas décadas, el estudio de la política se ha vuelto cada vez más formal y cuantitativo. Dentro del mundo académico, por tanto, hay quienes creen que el enfoque interpretativo y cualitativo es menos valioso. La teoría política, sin embargo, es ajena al debate metodológico «cuantitativo vs. cualitativo» y se posiciona, más bien, entre la filosofía política normativa y el estudio de la política empírica.

¿Qué hace un teórico político?

No se puede negar que la teoría política posee un componente normativo irreductible. Su estudio puede ser sistemático o de diagnóstico; textual o cultural; crítico, genealógico o deconstructivo en su método; liberal, socialista o conservador. La teoría política se construye a partir de estos y otros enfoques.

La teoría política es una sub-disciplina híbrida que no posee una metodología o enfoque dominante. Cuando se le pregunta a un teórico político cómo se define, usualmente lo hace en términos de aquellos autores que más han influenciado su pensamiento: Deleuze, Arendt, Rawls, Habermas, entre otros.

Podría parecer, entonces, que la teoría política carece de una identidad definida. Algunos teóricos políticos se ven a sí mismos como árbitros de preguntas universales y exploradores de textos inmemoriales. Otros, sin embargo, ponen énfasis en el estudio de la historia de las ideas políticas. Muchos ven el carácter incierto y difuso de la disciplina como reflejo de la incertidumbre que caracteriza el mundo político en el que vivimos.

Afortunadamente para el quehacer del teórico político, la reflexión sobre la naturaleza de la disciplina coincide con un momento en el que la academia se ha volcado hacia la interdisciplinariedad. Esta reconsideración sobre la forma en la que se produce el conocimiento y los límites de las disciplinas académicas puede servir al teórico político (y a otros) para ver la virtud y fortaleza en la pluralidad de enfoques y métodos. Tal diversidad no requiere de rectificación ni debe observarse como una debilidad.

Teoría Política y Ciencia Política

La relación de la Teoría Política con la Ciencia Política no siempre ha sido una relación feliz. Desde que la Ciencia Política existe como tal (finales del siglo XIX), han existido frecuentes afirmaciones sobre su «nuevo» carácter científico. A inicios de la década de 1950, la revolución conductista intentó extirpar a la teoría política de la disciplina. Posteriormente, la corriente de la elección racional (rational choice) pretendería hacer lo mismo.

Desde la mirada del conductismo y la elección racional, el quehacer del teórico político no encaja dentro de una disciplina que tiene aspiraciones científicas. William Riker, por ejemplo, pensaba que la Ciencia Política debe rechazar «las bellas cartas, el criticismo y la especulación filosófica», junto con la «hermenéutica y la fenomenología».

Así, dentro del mundo de la Ciencia Política existen quienes distinguen el «verdadero» estudio científico de la política, por un lado, y el enfoque más humanista, por el otro. La teoría política, pues, ha tenido que soportar y sufrir las consecuencias de esta marginación, que ha dominado el paisaje de la Ciencia Política durante varias décadas.

Los teóricos políticos han respondido a estas críticas indicando que «ciencia» y «objetividad» no son categorías ajenas a la normatividad. Por el contrario, ambas están cargadas de aquella normatividad que los auto-proclamados científicos políticos repudian. La teoría política, por tanto, se niega a aceptar de forma acrítica la definición predominante de la Ciencia Política.

Además, los teóricos políticos se han visto en la necesidad de defender su trabajo, aclarando que los estudios normativos no carecen del rigor que comúnmente se atribuye a los estudios empíricos. Existen, en efecto, criterios dentro de la propia sub-disciplina para diferenciar la investigación rigurosa de aquella que no lo es.

Ciencia Política y Teoría Política se encuentran en una relación compleja de cohabitación. Entre ambas existen tensiones, antagonismos y diferencias importantes, pero también existe tolerancia, cooperación y una tarea en común.

Teoría Política e Historia

También existen puntos de encuentro y desencuentro entre Teoría Política e Historia. Sobre todo en lo que refiere a la cuestión de hasta qué punto es posible comprender las ideas políticas fuera de su contexto histórico. Otro punto de debate interesante entre ambas disciplinas es la posibilidad de emplear principios políticos de una época para criticar prácticas políticas en otra época diferente.

Quentin Skinner, famoso por su compromiso con el contextualismo histórico, ha sugerido que los principios de la libertad republicana pueden ser útiles para ofrecer una alternativa a la noción de libertad actual. A pesar de lo cuidadoso de su trabajo, sin embargo, la propuesta de Skinner atrajo múltiples críticas.

Richard Ashcraft, por su parte, ha hecho un llamado a que los teóricos políticos tomen consciencia del carácter fundamentalmente histórico de su quehacer. Esto significa, entre otras cosas, admitir la naturaleza ideológica de los principios políticos que se estudian y no tratarlos como si fuesen «gran filosofía».

En último término, la política no se trata de verdades universales que sobreviven el paso del tiempo. Tampoco se trata, sin embargo, solo de los intereses particulares y del debate instrumental contingente (quién obtiene qué, cómo y cuándo). La teoría política, en su intento por comprender la realidad política, no puede ser ajena al contexto histórico, pero tampoco puede ignorar que determinadas ideas pueden «viajar» de una época a otra.

Teoría Política y Filosofía

La filosofía tiene una influencia importante sobre la teoría política. Uno de los autores más influyentes en la teoría política contemporánea es, sin lugar a duda, John Rawls. El trabajo de Rawls sobre la justicia (A Theory of Justice) deriva fundamentalmente de la filosofía analítica y representa una investigación ambiciosa, normativa y sistemática sobre las democracias liberales.

En su obra, Rawls sigue el pensamiento filosófico de Immanuel Kant con el propósito de encontrar solución a uno de los problemas más antiguos de la política: la búsqueda de un equilibrio entre libertad e igualdad. Siguiendo a Rawls, muchos teóricos políticos contemporáneos han continuado esta discusión sobre la justicia.

La alianza entre filosofía analítica y teoría política ha resultado ser una alianza productiva y ha generado algunos de los trabajos más novedosos e interesantes de las últimas décadas. Por supuesto, el enfoque liberal de Rawls también ha sido criticado. Las corrientes del comunitarismo, el post-estructuralismo y el feminismo son tan solo algunos de los enfoques teóricos alternativos a la perspectiva rawlsiana.

Teoría Política y el Mundo «Real»

La manera en la que la Teoría Política se ha posicionado frente a la Ciencia Política, la Historia y la Filosofía puede leerse, en parte, como un reflejo del significado de lo político. También, si se quiere, puede entenderse como un reflejo de la naturaleza de la teoría y lo que puede (y no puede) hacerse en el trabajo teórico.

La mayor crítica al trabajo del teórico político se relaciona con su supuesta visión utópica de la sociedad. En efecto, cuando las exploraciones teóricas generan conclusiones que no pueden ser implementadas, la teoría política muestra su lado más vulnerable.

Existen principios políticos que, por su naturaleza o por las condiciones empíricas, no pueden ser puestos en práctica de forma razonable. Una parte importante del quehacer teórico, sin embargo, descansa sobre la posibilidad de imaginar escenarios utópicos. La posibilidad de hacerlo significa, también, la posibilidad de pensar más allá del mundo como se nos presenta.

En cualquier caso, basta con leer detenidamente a intelectuales como Agamben, Schmitt, Dworkin, Derrida o Foucault, entre otros, para darse cuenta de que los teóricos políticos están observando continuamente la realidad política que les rodea. Es a partir de eventos concretos que estos autores erigen sus teorías, en un intento por comprender mejor la realidad en la que se encuentran inmersos.

La teoría política contemporánea presta cuidadosa atención a los desafíos que presenta la crisis ecológica; las políticas de seguridad y emergencia; el impacto que tienen las nuevas tecnologías sobre nuestra privacidad, la justicia o nuestro concepto de lo humano; el impacto de la migración en nuestras ideas sobre raza, tolerancia y multiculturalismo; y las consecuencias de la creciente desigualdad económica sobre los conceptos de libertad, igualdad, democracia, soberanía y hegemonía.

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