¿Qué es el Populismo?

Solemos escuchar la palabra “populismo” en los medios de comunicación y en boca de muchas figuras públicas. Cuando se evoca este concepto, con frecuencia es acompañado por una denuncia hacia candidatos políticos o representantes electos que buscan congraciarse con la opinión pública por medio de determinadas promesas o discursos. En este sentido, el “populismo” suele confundirse con “demagogia”, el arte de emplear recursos retóricos (halagos, promesas, apelar a las emociones, etc.) para ganar el apoyo político de la gente. Sin embargo, populismo y demagogia no son lo mismo. ¿De qué hablamos entonces cuando hablamos de populismo? ¿Es el populismo un fenómeno generalizado en las democracias del siglo XXI o, por el contrario, son pocos los políticos que caen en esta categoría?

Populismo es una categoría amplia que ha sido empleada para describir a líderes políticos de izquierda en América Latina, al mismo tiempo que se usa para describir a líderes de extrema derecha en Europa. Esto ha generado mucha confusión en torno al concepto. Es más, incluso en el debate académico de las ciencias sociales, todavía no existe (y puede que no exista nunca) un consenso sobre una definición única. Es por este motivo que hemos considerado necesario ofrecer ciertas aclaraciones sobre algunos de sus rasgos característicos.

En general, la mayoría de las definiciones de populismo indican que este fenómeno puede caracterizarse por la apelación al “pueblo” y una denuncia dirigida hacia las “élites”. En consecuencia, el populismo puede definirse como una ideología que considera que la sociedad se encuentra dividida en dos partes que están en conflicto:

“El pueblo puro” vs. “La élite corrupta”

Al mismo tiempo, el populismo sostiene que la política debe ser la expresión de la voluntad general del pueblo.

I. El pueblo puro: un concepto “vacío”

Gran parte de la fuerza de los discursos populistas proviene del empleo de la categoría “pueblo”. Por lo general, “el pueblo” se construye como un concepto vago y ambiguo, sin un significado claro. En este sentido, podemos decir que es un “concepto vacío” que permite a los políticos populistas apelar a diferentes demandas ciudadanas al mismo tiempo y unificar a una gran cantidad de grupos sociales en torno a una única causa.

Aun cuando “pueblo” es una categoría flexible, en la mayor parte de los casos alude se alude a “el pueblo soberano”, “la gente común” y “la nación”. En el marco de las democracias liberales contemporáneas, el populismo acude al pueblo como fuente legítima del poder político y reivindica la dignidad y el reconocimiento de los grupos “históricamente” excluidos del poder.

II. Una élite corrupta

La mayoría de los populistas no solo desprecian a las élites gubernamentales, sino que también rechazan a las élites culturales, económicas y a los medios de comunicación. Todos estos actores son tratados como un solo grupo corrupto, que es un obstáculo para la voluntad general del pueblo.

Aun cuando la distinción es moral (puro vs. corrupto), las élites suelen definirse en base a sus posiciones de poder. Obviamente, esta división no incluye al populista mismo, quien no se considera parte de las élites, sino que, en cambio, se considera un representante de la voz del pueblo. Una vez en el poder, el discurso populista suele denunciar fuerzas “en las sombras” que conspiran contra los deseos del pueblo y acusa que el “poder real” no se encuentra en el gobierno. Dependiendo del caso, es posible que se introduzcan criterios secundarios para definir a la “élite” (p. ej: raza, clase social, etc.).

III. Una única voluntad general

El último elemento esencial de la ideología populista es la noción de “voluntad general”. Cuando los líderes populistas emplean este concepto, aluden a un conjunto de ideas sobre la naturaleza de la política. En particular, a la función que tiene la política para reunir a las personas en una sola comunidad y legislar con el propósito de alcanzar objetivos que son de interés general.

La distinción moral del populismo entre personas “puras” y élites “corruptas” refuerza la idea de que existe una voluntad general (en oposición a las voluntades individuales y los intereses particulares). Esto tiene como consecuencia, muchas veces, la homogeneización de la sociedad y el trato desigual hacia aquellas personas que “no pertenecen” al pueblo.

El político populista se atribuye la tarea de oír la “voluntad general” del pueblo y conducirla. Por ello, no es sorprendente que suelan defender mecanismos de democracia directa (MDD), como el uso de plebiscitos o referéndums. Así, podría argumentarse que existe una afinidad particular entre el populismo y la democracia (dado que comparten una afinidad por determinados principios y mecanismos). Sin embargo, en lugar de basarse en procedimientos de debate público racionales, el político populista usualmente construye su propia noción de la voluntad general del pueblo a partir del “sentido común”.

Este artículo se basa, principalmente, en el Capítulo 1 del libro:

¿Qué tan útil te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuar!

Promedio de puntuación 5 / 5. Recuento de votos: 2

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

¡Siento que este contenido no te haya sido útil!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments