Libertad como no-dominación

Existe un concepto de libertad que no encaja perfectamente ni con el concepto de libertad positiva, ni con el concepto de libertad negativa (introducidos al debate público por Isaiah Berlin en la década de 1950). Se trata del concepto de libertad como no-dominación.

Este concepto de libertad, teorizado por intelectuales neorrepublicanos como Quentin Skinner y Philip Pettit, es negativo en la medida en que requiere ausencia de dominación externa. Pero también es positivo porque exige algo más que ausencia de interferencia.

Esta es una concepción de libertad fundada en la tradición republicana de la teoría y filosofía política. Sin embargo, para entender qué significa la libertad como no-dominación, primero debemos saber qué podemos entender por «dominación».

¿Qué es «dominación»?

Según autores como Weber y Conolly, un agente domina a otro si tiene determinado poder sobre ese otro. En particular, si tiene el poder de interferir arbitrariamente en su vida.

En específico, existen tres aspectos a considerar dentro de una relación de dominación. Diremos que alguien tiene poder de dominación sobre otro en la medida en que:

  1. Tiene capacidad de interferir
  2. De un modo arbitrario
  3. En determinadas elecciones que el otro pueda realizar.

A continuación se abordan estas tres condiciones en detalle.

1. La capacidad de interferir

¿En que consiste la interferencia que se menciona en el primer punto? Desde luego, no se trata de interferir para mejorar las condiciones de vida del otro. Cuando uno interfiere en la vida de otro, es para empeorar su situación, no para mejorarla.

Esta acción tiene que ser siempre intencional. No se da de forma casual. Es por ello que la libertad de las personas se vincula siempre a las restricciones que tengan que ver, de una u otra forma, con las intervenciones de otros.

La interferencia incluye un amplio abanico de alternativas disponibles como, por ejemplo: la coerción física, la restricción u obstrucción, la coerción de la voluntad, el castigo o la amenaza de castigo, la manipulación, entre otras. Todas estas conductas son concebidas con el fin de interferir en la vida de otro y con el propósito de empeorar su situación.

Para que la capacidad de interferencia se considere como tal, debe ser una capacidad real, no una capacidad que aún no ha sido desarrollada. No hay dominación real allí donde no existe una real capacidad de interferir.

2. El carácter arbitrario

La segunda cláusula de esta fórmula exige que, para que podamos hablar de dominación, las personas deben tener la capacidad de interferir de modo «arbitrario».

¿Qué hace que una interferencia sea arbitraria? La palabra viene del latín arbitrium, que significa «a la decisión o al juicio». Entonces, un acto de interferencia puede considerarse arbitrario si está sujeto al juicio o la decisión de un agente, y si este último está en la posición de decidir según le plazca.

En particular, la interferencia es arbitraria cuando implica que el acto es elegido sin atender a los intereses de quienes afecta. De acuerdo con esto, un acto es arbitrario en función del control o ausencia de control que caracteriza su ejecución, no según las consecuencias que tenga.

En consecuencia, los actos de interferencia no son arbitrarios si toman en consideración los intereses y las opiniones de las personas que son afectadas por dicha interferencia. Por ejemplo, la interferencia del Estado a la hora de exigir el pago de los impuestos no procede de forma arbitraria (en un gobierno democrático) y, por tanto, no se trata de una relación de dominación.

Lo que se requiere para que el poder del Estado no se ejerza de forma arbitraria es, justamente, que atienda al bienestar del público y no a la visión de mundo de quienes detentan dicho poder.

3. El ámbito de las elecciones

La tercera cláusula que caracteriza la dominación es que tiene un ámbito de aplicación en determinado tipo de elecciones, no en todas. Esto implica que alguien puede dominar a una persona en ciertos aspectos de su vida, pero no necesariamente en todos ellos.

Por ejemplo, un esposo puede dominar a su esposa en el hogar o un patrón a su empleado en su puesto de trabajo, sin que la dominación se extienda por ello a otros aspectos de su vida. Por lo menos no en el mismo grado o intensidad.

Así, la dominación puede abarcar un espectro más o menos grande y puede variar en alcance lo mismo que en intensidad. Esas variaciones son importantes dado que es mejor estar dominado en pocas áreas que en muchas, y en menor intensidad que en mayor intensidad.

Es importante notar, también, que la dominación puede ser más dañina en algunas áreas que en otras. Es mejor ser dominado en áreas menos centrales de la vida que en áreas más centrales.

Dominación sin interferencia

Según el concepto de dominación presentado en los apartados anteriores, es posible que exista dominación sin que haya, por ello, ningún tipo de interferencia. ¿Qué quiere decir esto?

La posesión del poder de dominación de una persona por sobre otra no implica que la persona que lo detenta interfiera realmente en la vida del individuo dominado. Ya sea que tenga buenas o malas intenciones, no es necesario que el «dominador» intervenga en la vida del «dominado».

Lo que constituye una relación de dominación es la capacidad que tiene una persona de intervenir arbitrariamente en la vida de otra, aún si no se hace uso de esa capacidad. Esto significa que la persona que es víctima del poder actúa siempre con la aprobación de quien detenta el poder y se encuentra a su merced.

Si hay conocimiento mutuo de la relación de poder, como normalmente lo hay, esto significa que la víctima del poder no disfruta del estado psicológico de un igual. Se encuentra en una situación en la que el miedo y la deferencia limitan sus acciones considerablemente.

La dominación va de la mano de la posibilidad de la interferencia arbitraria. El hecho de que los actos de interferencia sean poco comunes o poco probables no implica que no sean posibles, por lo que la relación de dominación persiste. Por eso se dice que puede haber dominación sin interferencia.

Interferencia sin dominación

Así como puede haber dominación sin interferencia, también puede existir la interferencia sin dominación. A modo de ejemplo, si un funcionario público interfiere en la vida de las personas, usualmente se ve obligado a atender sus intereses e interpretaciones, sin gozar del poder de subyugación.

Siempre que las acciones de interferencia/coercitivas no respondan a intereses faccionales, y presumiendo que se fundan en los intereses e interpretaciones públicos, se puede decir que dichas acciones no son arbitrarias.

Cuando las condiciones en las que se permiten las interferencias están debidamente reguladas y determinadas constitucionalmente, de manera que nadie puede interferir a voluntad propia sino que bajo ciertas circunstancias específicas, es posible hablar de interferencia sin dominación.

Esto no quiere decir, evidentemente, que todas las leyes son, por sí mismas, leyes «justas». Cuando las leyes son discriminatorias y desatienden los intereses e interpretaciones del grupo discriminado, son leyes arbitrarias y, por tanto, existe una situación de dominación.

Dicho esto, el derecho no siempre representa una forma de dominación y no siempre es necesario optar entre las leyes y la libertad. Pueden existir, al menos teóricamente, sistemas jurídicos que, siendo compatibles con la libertad, no son en absoluto dominantes. Vale decir, que permitan inhibir a potenciales dominadores sin hacerlo revestidos ellos mismos en formas dominadoras.

Libertad como no-dominación

Si la libertad como no-dominación significa algo, se enmarca necesariamente en el contexto de una vida social en la que nadie tiene permitido dominar a otro. No significa la ausencia de interferencia que se puede lograr en una vida aislada de los demás.

La no-dominación es un estatus social ligado a un determinado rol cívico. Es libertad cívica, no libertad natural. Es un ideal social que presupone la existencia de un gran número de agentes que interactúan constantemente.

Por ello, la libertad como no-dominación contrasta con el ideal de la libertad negativa (no-interferencia). Representa la libertad alcanzada por la comunidad política, no solo la libertad del individuo considerado por su propia cuenta. Es la posición que disfruta ese individuo en relación con los demás y en virtud de un determinado diseño social.

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