¿Qué es el Clientelismo?

En el contexto de las democracias avanzadas, cada vez es más común oír expresiones como “fraude electoral”, “compra de votos”, “corrupción” y, por su puesto, “clientelismo”. Muchas de estas prácticas tienen por objetivo, generalmente, garantizar el apoyo político de la ciudadanía a determinados partidos o figuras públicas. Pero, ¿qué tiene de especial el clientelismo que lo hace distinto de otras prácticas políticas?

El clientelismo puede entenderse como un tipo particular de relación de intercambio entre un “patrón” y un “cliente”. En concreto, en una relación clientelista el patrón obtiene el respaldo del cliente—su voto u otras demostraciones de apoyo político— a cambio de recursos públicos entregados como “favores” (p. ej. más empleos o el aumento de los sueldos)1.

Este vínculo tiene un carácter personalizado y se basa en la confianza, la lealtad y la reciprocidad. El clientelismo, por tanto, genera políticas públicas que benefician a ciertos sectores del electorado y redirige los recursos públicos del Estado intencionalmente hacia los beneficiarios de este tipo de relaciones (los clientes).

Las prácticas clientelistas alteran el espíritu del principio de representación democrática. En su presencia, la repartición de los recursos públicos no se acomoda a criterios objetivos y suelen ignorarse las necesidades reales de las personas. De esta forma, la asignación de bienes y servicios públicos en las relaciones clientelistas favorece a las bases electorales de los actores políticos que administran los recursos del Estado.

Finalmente, y dado que los vínculos clientelistas suelen aparecer en los sectores más pobres y necesitados de la sociedad2, es común que genere relaciones de dependencia “cliente-patrón” que son difíciles de superar.

Si bien el clientelismo suele ser cuestionado desde el punto de vista ético, en la mayoría de las circunstancias su práctica no es penada por la ley. Vale decir, a diferencia del fraude electoral, el cohecho y la corrupción, el clientelismo no es ilegal.

Referencias

  1. Gordin, J. 2002. The Political and Partisan Determinants of Patronage in Latin America 1960-1994: A Comparative Perspective. European Journal of Political Research 41 (4) : 513-549.
  2. Stokes, S. 2005. Perverse Accountability: A Formal Model of Machine Politics with Evidence from Argentina. American Political Science Review 99 (3): 315-325

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