El estudio de las Relaciones Internacionales

Como disciplina, las Relaciones Internacionales (RR.II.) se ocupan prioritariamente de lo que los Estados hacen en el escenario mundial y, adicionalmente, cómo sus acciones afectan a otros Estados.

El objeto de estudio más común en la disciplina de las Relaciones Internacionales es la política de Estado. Los Estados deciden ir a la guerra, erigir barreras arancelarias o adoptar estándares para la protección del Medio Ambiente. Los Estados, adicionalmente, deciden si desean o no participar de pactos o alianzas internacionales.

Muchos académicos se enfocan en las interacciones de los Estados para poder explicar los patrones que se observan en la política mundial. El Estado, por tanto, es la principal unidad de análisis de las Relaciones Internacionales, ya sea para el paradigma neorrealista, para el institucionalismo neoliberal o para las teorías constructivistas. Incluso las teorías críticas, postmodernas y feministas a menudo se centran en la deconstrucción del Estado y sus prácticas.

Así concebido, el Estado es un componente indispensable de las teorías sobre la política mundial.

¿Por qué estudiar el Estado?

Las teorías «Estado-céntricas» de las Relaciones Internacionales asumen que el Estado es el actor principal de la política mundial. Evidentemente, los investigadores que trabajan estas teorías no niegan la existencia de otras unidades políticas. Los Estados no son los únicos actores internacionales y la importancia de los actores transnacionales es evidente. Sin embargo, el estudio de las RR.II. se basa en el supuesto de que los Estados ocupan un lugar central en el sistema internacional.

El estudio de las Relaciones Internacionales supone, además, que los Estados poseen un «interés nacional», especialmente si su política externa es relativamente homogénea o se comportan en el escenario internacional conforme a pautas determinadas.

Con frecuencia los estudiosos de las RR.II. se abstraen de la política doméstica de los Estados y los consideran entidades unitarias que poseen una sola identidad o preferencia colectiva que, a su vez, interactúa con otras entidades unitarias similares. En las teorías «realistas», por ejemplo, se considera que el interés nacional es el poder estatal, mientras que en las teorías «neorrealistas» el interés nacional corresponde a la supervivencia del Estado.

Aún si los Estados carecen de un «interés nacional» definido, las RR.II. los consideran como actores con la autoridad suficiente para obligar a sus ciudadanos a obedecer las políticas que han adoptado y, así, regular la forma en las que los individuos y colectivos interactúan con otras sociedades. En otras palabras, los Estados poseen autoridad sobre determinados territorios y sus habitantes.

Es la soberanía lo que hace que los Estados sean actores únicos en el sistema internacional. Virtualmente, sólo los Estados tienen el poder o la autoridad máxima para forzar a los ciudadanos a respetar las políticas establecidas por el gobierno. Esta es la razón por la que las Relaciones Internacionales han adoptado al Estado como la unidad de análisis apropiada para el estudio de la política global.

Ya sea desde una perspectiva constructivista, neoliberal, neorrealista o crítica, el énfasis en los Estados y sus interacciones es absolutamente esencial para comprender la política internacional.

Los límites de la perspectiva Estado-céntrica

Pese a que el enfoque centrado en el Estado es fundamental para la disciplina de las RR.II., también ha sido el objeto de duras críticas. A continuación, evaluaremos dos de las críticas más importantes, destacando los límites que estas identifican.

A. La Política Doméstica

La primera y posiblemente las más frecuente crítica a la perspectiva centrada en el Estado es que no existe algo así como el «interés nacional». Algunos autores han sugerido que la idea de la «seguridad nacional» como sinónimo de interés nacional es ambigua y peligrosa. En concreto, señalan que es empleada como un instrumento retórico y no corresponde a un atributo real de la nación, considerada como un todo.

En su lugar, los críticos proponen que la mayoría de las políticas de Estado tienen efectos diferenciados sobre los distintos grupos que componen un mismo país. A modo de ejemplo, si bien el calentamiento global eleva las temperaturas para todos y podría considerarse como elemento central del interés nacional, se sabe que sus consecuencias afectan a diferentes grupos domésticos de maneras distintas. Así, cada país tiene -dentro de su propio territorio nacional- ganadores y perdedores.

Esta crítica es muy acertada. Si bien podría argumentarse que los Estados persiguen objetivos de mediano y largo plazo, muchos académicos se enfocan actualmente en las instituciones y los intereses de la política doméstica con el objetivo de identificar y explicar mejor lo que los Estados buscan en la política internacional.

Según este enfoque, para comprender el comportamiento de los Estados es importante poner atención a las disputas nacionales que existen entre los diferentes grupos en competencia y cómo los resultados de la política doméstica se transforman en políticas de Estado.

Existen, sin embargo, tres limitaciones importantes a esta crítica:

  1. Aún cuando existen divisiones domésticas, una vez que una política es adoptada, obliga por igual a todos los ciudadanos del Estado (suponiendo que el Estado detenta el poder soberano);
  2. En muchos asuntos de la política internacional la política doméstica solo permite explicar lo que los Estados desean, no lo que los Estado hacen. En otras palabras, las interacciones estratégicas entre los Estados son todavía un factor importante para entender la política mundial; y
  3. La división entre «política doméstica» y «política internacional» no es siempre tan clara. En muchos casos, los eventos del sistema internacional tienen una influencia sobre la política doméstica y viceversa.

B. Relaciones Transnacionales

La segunda y más sustantiva crítica a la visión Estado-céntrica de las RR.II. es que los Estados han perdido el control sobre los actores privados (no-estatales) y que estos, a su vez, pueden organizarse y moverse entre las fronteras nacionales. Esto incluye a individuos cosmopolitas, corporaciones multinacionales o redes transnacionales de activistas.

Aún cuando la teoría centrada en el Estado fue relevante para explicar las RR.II. en algún momento, la erosión de la soberanía nacional y el crecimiento de las fuerzas transnacionales ahora hacen que este enfoque sea menos atractivo. Desde inicios de la década de 1970, el alza en el número de corporaciones multinacionales y redes de activismo transnacional han amenazado la utilidad de la perspectiva centrada en el Estado.

Algunos académicos simplemente se han limitado a afirmar que la teoría centrada en el Estado mantiene su poder explicativo, mientras que otros han argumentado que el Estado persiste como poder soberano en la medida en que permite que estos actores transnacionales existan e influencien la política mundial.

En las RR.II. los académicos suelen enfocarse solamente en la cara externa de la soberanía. Vale decir, el estatus de ser reconocido como Estado por la comunidad internacional. Lo que ha quedado claro, sin embargo, es que la soberanía nacional no es una constante y que su significado ha cambiado con el tiempo. Incluso considerando la cara externa de la soberanía, supuestamente igual para todos los Estados, la autoridad que tienen los Estados sobre sus ciudadanos varia dramáticamente de un país a otro.

El aumento de las dinámicas entre grupos transnacionales puede considerarse como consecuencia de la proliferación de las democracias liberales a lo largo del mundo. El aumento de la interdependencia es, en parte, el producto de la expansión de la esfera privada en estos sistemas de gobierno. El desarrollo tecnológico también puede considerarse como una variable importante para explicar el amplio alcance de las relaciones transnacionales. En general, se asume que las nuevas tecnologías de transporte y comunicación favorecen la coordinación de grupos transnacionales.

El estudio de las Relaciones Internacionales

Adoptar un enfoque de estudio centrado en el Estado no significa, necesariamente, tomar una posición ética respecto del Estado como forma de organización política. Los teóricos de las Relaciones Internacionales no siempre defienden al Estado como institución social. En cambio, la perspectiva Estado-céntrica simplemente intenta aprovechar el rol central de los Estados en el sistema internacional para explicar patrones y tendencias en la política mundial.

Un profesional que estudia las Relaciones Internacionales no se pregunta, usualmente, si el Estado es bueno o es malo. En cambio, se pregunta si concentrarse en el Estado y sus acciones es una buena herramienta para explicar ciertos problemas críticos de la política mundial de manera eficiente y parsimoniosa.

Es probable, en cualquier caso, que los Estados sigan siendo un actor central de la política global. Como tales, son necesarios para cualquier explicación de las Relaciones Internacionales.

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