
¿Dónde están las Cientistas Políticas?
En el mundo de la Ciencia Política existen nombres de académicos que destacan y que todo estudiante y profesional de la Ciencia Política conoce (o debería conocer).
J. Rawls, M. Foucault, R. Dworkin, S. Verba, R. Putnam, A. Przeworski, G. Cox, R. Keohane, A. Wendt, K. Waltz, R. Goodin, R. Dahl, G. Cox, son tan sólo algunos de los autores más populares en la disciplina de la Ciencia Política.
Además de ser grandes referentes en sus respectivas áreas de especialidad, todos estos autores comparten una cosa: son hombres.
¿Dónde están, pues, las Cientistas Políticas? Del listado de los 50 autores más citados en la serie de Oxford Handbooks of Political Science (que comprende diez áreas diferentes de especialización) figuran tan solo tres (6%) mujeres: Iris Marion Young, Pippa Norris y Lee Epstein.
En el famoso libro «Diez textos básicos de Ciencia Política» (2001), compilado por Albert Batlle, sorprende el hecho de que ninguno de los 10 artículos académicos considerados como «canónicos» de la disciplina tenga, por autora, a una mujer.
¿Cómo se explica esta aparente ausencia de mujeres en la disciplina? ¿Por qué reconocemos tan fácilmente los apellidos de los autores hombres más influyentes y se nos hace difícil recordar los aportes de autoras como S. Benhabib, L. Martin, S. Binder, S. Silbey, D. Fuchs, F. Polletta, S. Jasanoff, S. Stokes y T. Skocpol? (Por poner algunos ejemplos).
Un Departamento de Ciencia Política en Finlandia
Por supuesto, la pregunta por el lugar que tienen las mujeres en el mundo académico y profesional no es algo nuevo. En efecto, entre 2004 y 2005, la profesora de estudios de género y política de la Universidad de Helsinki, Johanna Kantola, ya se encontraba estudiando este mismo asunto en un Departamento de Ciencia Política en Finlandia.

Su estudio culminó en la publicación de un artículo académico titulado «Why Do All the Women Disappear» Genderign processes in a Political Science Department (2008). Dicho artículo busca explicar algunas de las causas de la posición marginal de las mujeres en los departamentos de Ciencia Política y su deserción de los programas de doctorado.
Mirar el caso de Finlandia y los resultados del estudio de Kantola puede ser de gran utilidad para entender las razones reales que se encuentran detrás del escaso número de mujeres que deciden dedicar su vida a la Ciencia Política.
Entre los años 2004-2005, a pesar de que las mujeres constituían el 38% de las candidaturas a PhD en determinado Departamento de Ciencia Política de Finlandia, tan sólo un 18% de las personas que alcanzaron el grado fueron mujeres.
La ausencia de mujeres en Ciencia Política no es un fenómeno exclusivo de Finlandia. Por el contrario, es un fenómeno persistente que ha sido ampliamente documentado por la literatura académica especializada.
¿Por qué desaparecen las mujeres de los Departamentos de Ciencia Política? Estas son las lecciones que nos ha dejado el estudio de J. Kantola:
División laboral por género
A diferencia de lo que se podría pensar, en el mundo académico universitario, ser profesor es un trabajo masculinizado. Las diferencias y jerarquías de género pueden ser explicadas por una distribución desigual de los roles académicos y el valor asociado a ellos.

Aun cuando tanto los hombres como las mujeres se muestran interesados en enseñar, la percepción masculinizada de la figura del profesor supone un obstáculo para las carreras de las mujeres.
En el estudio de Kantola, ninguna de las estudiantes mujeres entrevistadas había recibido información o motivación para dedicarse a la enseñanza. Esto, a su vez, significó menos oportunidades para ganar experiencia valiosa en dicha área y para integrarse a la comunidad científica.
Alternativamente, muchos estudiantes hombres manifestaron haber sido motivados por sus profesores a dictar cátedra y recibieron información que les permitió acceder a dichas posiciones, ganando visibilidad y prestigio en la comunidad.
En lugar de ofrecer posiciones para enseñar, a las mujeres se les ofrecieron posiciones de asistente de investigación, produciéndose una división del trabajo sesgada por género.
Supervisión masculina
Dentro de los programas de doctorado, la supervisión de tesis juega un rol fundamental al momento de producir jerarquías asociadas al género. El estudio de Kantola demuestra que existen claras diferencias entre las experiencias de hombres y mujeres en este aspecto.

Muchas mujeres tienen que lidiar con una supervisión inadecuada. Dentro de los problemas que se mencionan en el estudio destacan 1) la ausencia de supervisión mínima y 2) la ausencia de conocimientos relevantes por parte del supervisor sobre el tema de tesis (lo que significa incapacidad de hacer comentarios significativos al trabajo de la estudiante).
Un estudio similar, realizado por Ahtela (2004) en la Dacultad de Derecho de la Universidad de Helsinki, informa que tan solo el 14% de las mujeres se encontraron satisfechas con el trabajo de su supervisor, en contraste con un 41% de los estudiantes hombres.
Kantola sugiere que la ausencia de supervisión es una forma de discriminación oculta en el mundo académico. Esto pone a hombres y mujeres en un terreno desnivelado al momento de realizar sus estudios de posgrado. En efecto, reduce la probabilidad de que las estudiantes mujeres progresen en sus carreras y puede marginarlas de la comunidad científica.
El resultado es que las estudiantes mujeres deben buscar recursos adicionales (a menudo externos) para acceder a oportunidades, información y conexiones que los hombres obtienen con mayor facilidad.
Ciencia Política «Real»
El simbolismo asociado al género puede tener un efecto concreto sobre lo que se considera un trabajo de investigación «serio» o «real» en Ciencia Política.

El estudio de Kantola muestra que aquello que es considerado como una agenda «legítima» de investigación y la forma en que se percibe a un Cientista Político «profesional» está asociado, frecuentemente, a normas masculinas.
Esta forma de simbolismo de género tiene efectos discriminatorios que reducen el número de mujeres profesionales y cuestiona permanentemente el conocimiento de aquellas mujeres que no desertan de la disciplina.
La visión «masculinizada» de la Ciencia Política tiende a favorecer agendas de investigación «tradicionales» dentro de la disciplina como, por ejemplo, política exterior; seguridad y defensa; estudios electorales; y estudios de gobernanza y política pública.
Aquellas personas que no desean especializarse en alguna de estas áreas de la Ciencia Política pueden llegar a sentirse marginadas. Este es el caso de mujeres que, por ejemplo, optan por dedicarse a estudios epistemológicos, teóricos o de género.
A lo largo del mundo, en muchos departamentos de Ciencia Política la disciplina ha sido definida de manera «tradicional» y «estrecha». Como es evidente, aquellas líneas de investigación que se alejan del mainstream son definidas como «poco serias» y no son igualmente valoradas.
Los estereotipos de género también afectan la forma en que se supone debe lucir un Cientista Político. Las mujeres que se dedican a la Ciencia Política deben preocuparse (más que los hombres) por su apariencia y la forma en la que se visten para que su conocimiento no sea puesto en cuestión (ya sea por sus estudiantes, sus pares o sus profesores).
El hecho de que se cuestione el conocimiento de una persona por su apariencia o género es especialmente problemático en el mundo académico, que funciona en base a cartas de recomendación, revisión de pares, concursos, evaluaciones de manuscritos, etc.
El estereotipo de «mujer difícil»
La discriminación por género (oculta o visible) envía un mensaje negativo a las mujeres que desean formar parte de la comunidad académica en Ciencia Política. A saber, que no están completamente integradas al campo científico.

Algunas mujeres se culpan a sí mismas por la displicencia de sus supervisores y llegan a pensar que sus temas de investigación no son interesantes o están equivocados.
Otras mujeres han manifestado una tendencia a ignorar de forma voluntaria la discriminación que les afecta cotidianamente. Esto se debe, en primer lugar, a que no es fácil reconocerse como víctima de discriminación.
En otro nivel, sin embargo, la discriminación puede pasar desapercibida porque hacer denuncias de este tipo tiene efectos negativos emocional y socialmente. Las mujeres que se preocupan por la igualdad de género son definidas como «difíciles» o «problemáticas».
Enfocarse en los problemas de desigualdad de género dentro de su propio departamento de Ciencia Política puede tener un impacto dañino sobre la posición que se tiene en él. Muchas mujeres que denuncian discriminación son ignoradas y marginalizadas.
Este artículo se basa en la siguiente fuente de información:
Otras referencias
- Ahtela, Karoliina (2004) Selvitys sukupuolen merkityksestä oikeustieteen jatko-opinnoissa ja oikeustieteen tohtoreiden urakehityksessä. Helsingin yliopiston oikeustieteellisen tiedekunnan tasa-arvohanke (A report on the meaning of gender in postgraduate studies in law and in the career patterns of doctorates in law). Informe no publicado obtenido por la autora (Kantola, 2008).