Corrupción o Lobby ¿Qué funciona mejor?

El sentido común nos sugiere que el lobby es la forma preferida para ejercer influencia política en los países más desarrollados, mientras que la corrupción prevalece en los países menos desarrollados. Pero ¿es cierto esto? ¿cuál de estos dos instrumentos es más efectivo para adquirir influencia política?

En primer lugar, debemos establecer la diferencia entre lobby y corrupción. En términos generales, ambas son formas de obtener ayuda del sector público a cambio de determinados favores. En efecto, se podría argumentar que el lobby es una forma especial de corrupción centrada en las instituciones legislativas o las agencias reguladoras. Existen, sin embargo, diferencias importantes.

El lobby no siempre toma la forma de sobornos o contribuciones a campañas políticas. En muchos casos, de hecho, los lobbistas son personas que tienen conocimientos especializados y que pueden influir en los políticos al compartir estos conocimientos con ellos de forma estratégica. En otros casos, los lobbistas influencian a los políticos al proporcionarles apoyos o amenazándoles con hacer pública determinada información que puede perjudicarles.

Una segunda diferencia es que el lobby se dirige principalmente a instituciones encargadas de la creación de leyes y políticas públicas. Es el poder legislativo el que determina las políticas y normas que les importan a los lobbistas, y que pueden hacer más fácil o más difícil que se produzcan sobornos. En otras palabras, el lobby puede ser un sustituto o un complemento de la corrupción.

Entonces ¿qué herramienta es más efectiva para influenciar la toma de decisiones sobre leyes y políticas públicas?

La superioridad del lobby sobre la corrupción

Tanto la corrupción como el lobby han sido investigados extensamente por la literatura académica especializada. Sin embargo, y aún cuando se trata de fenómenos estrechamente vinculados, existe poca información sobre la manera en la que se relacionan.

Las empresas privadas pueden influir sobre el sector público a través del lobby o por medio de sobornos a las autoridades. Una diferencia fundamental, sin embargo, es que con el lobby las empresas pueden lograr que los políticos cambien las normas a su favor de forma permanente, mientras que los sobornos solo sirven para que las autoridades pasen por alto, ocasionalmente, las normas ya existentes.

Las autoridades que aceptan sobornos no tienen incentivos para dejar de solicitarlos, mientras que los cambios en las leyes son mucho más difíciles de revertir. En otras palabras, a través del lobby las empresas pueden asegurarse de que en el futuro no necesitarán sobornar a las autoridades del sector público nuevamente.

Un segundo elemento importante es el hecho de que el poder de negociación de una empresa depende directamente de la cantidad de recursos que está dispuesta a invertir. En países en los que los sobornos cuestan menos, por tanto, se debería observar mayor corrupción. Es por eso que se piensa que el lobby es la forma privilegiada de influenciar la política en los países más desarrollados.

Así, el lobby y la corrupción debiesen estar relacionados de forma negativa. Vale decir, una empresa que elige sobornar a los políticos o burócratas para ejercer influencia política tendería a estar menos involucrada en actividades de lobby. De la misma forma, empresas que participan en grupos de lobby tenderían a estar menos involucradas en actividades de corrupción.

En resumidas cuentas, el lobby sería una manera más eficiente de adquirir influencia sobre la toma de decisiones políticas.

¿Qué dicen los datos?

Para poner a prueba estas ideas, Nauro Campos y Francesco Giovannoni (2006) realizaron un estudio con datos de encuesta obtenidos de 4.000 empresas en 25 países en vías de desarrollo. Sus resultados demuestran que: I) el lobby y la corrupción funcionan como sustitutos; II) el tamaño de la empresa, su antigüedad, su origen, la estabilidad política y el PIB per cápita del país son factores que contribuyen a la participación en grupos de lobby; y III) el lobby es un instrumento más efectivo que la corrupción para ganar influencia política.

Los resultados obtenidos en dicha investigación sugieren que la empresas que se unen a grupos de lobby tienen mayor influencia sobre el proceso de toma de decisiones políticas. Además, la probabilidad de que una empresa se integre a un grupo de lobby está relacionada directamente con la habilidad que demuestra dicho grupo para tener influencia efectiva sobre las autoridades políticas.

Por último, los datos señalan que las actividades de lobby son más eficientes en países con mayor nivel de desarrollo. Sin embargo, esto no significa que la corrupción sea una mejor alternativa en los países menos desarrollados. En efecto, el estudio concluye que las empresas de países menos desarrollados sienten que el lobby es un medio de injerencia política más efectivo que los sobornos.

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